miércoles, 2 de febrero de 2011

Las ganas vuelan lejos, como universidad;
hoy sufro exceso de sábanas por una mitad ausente
y canto en voces apenas, en canto amigos en penas;
espero cantando
labios de mieles que besan ojos de café que lloran.

Sos una mujer de primaveras
que perdió su encanto de frazadas;

no sos una amante enamorada
(tiras el placer a tus poemas)

Las ganas vuelan tontas en universidad
y preguntan por darío

(Te encontré de apuro y me supiste;
luego te escapaste de la vida;
conociste, al cabo, la teoría
de las bendiciones del despiste)

Vi la lágrima perdida sobre la tecla de un piano
¿cuándo la primera risa asomó por tus portones?

Vi a tres mujeres con cabeza de universo
Una de ellas dio la vuelta y dijo:
"mi sexo es tu único camino hacia alguna parte",
"no intentes ponderarme",
"de mis cabellos nacen las flores a las que nunca cantaste".

Otra siguió su rumbo mientras el océano devoraba playas y balnearios
y ella señalaba y definía y destruía y creaba;
sus palabras eran palabras carpinteras

La primera aclaró:
"he aquí quien no quiere decir, quien dice",
"hoy la locura se enamora ya casi de cualquier tonto incapaz de amar",
"te propongo que escuches el silencio, ese derrumbe,
ese estrépito terrible que se esconde entre sus ondas;
desconfía del gallinazo que miente sobre sus plumas"

La tercera, la incendiaria voladora,
quema con sus ojos lo que perdonan los incendios
y quemará para siempre o hasta que nada se expanda ya...
En el suelo arden espinas ponzoñosas
(alimento de poetas que, en románticos delirios,
se pinchan buscando un rojo que sea cercano
al color con el que pintan sus destinos)

Vi la lágrima perdida sobre la tecla de un piano
y, cobarde, por callar,
creo que dije demasiado.

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